6. Jueves 28 de Noviembre: Rovereto y Vicenza
Esta noche ha hecho frío aquí en las montañas, bastante... Los coches están helados, las calles mojadas y hay una niebla atroz en todo el valle, pero es lo que estábamos buscando y lo normal por estos lares y fechas. Nosotros, hemos dormido como dos troncos y con una nueva alcachofa que nos proporciona una reparadora duchita y un grato desayuno trentino (como si fuera alemán) nos disponemos a coger el coche y bajar hacia el sur para llegar a Rovereto.
Un poco desilusionante la ciudad, todo hay que decirlo. Bueno, desde el principio: después de un paseíto corto de 27 kilómetros desde Trento, se llega a esta pícola cittá y lo primero que hay que hacer como siempre, es buscar un parking que aparcar por aquí no parece tarea sencilla. Para ello, el Parcheggio Centro es el indicado porque saliendo de él llegas en un minuto a la Corso Antonio Rosmini que desemboca en la Piazza del mismo nombre y ya estás en todo el cogollito de la ciudad.
El primer punto a visitar es el Museo Storico Italiano della Guerra que por unos módicos 11 euros abre sus puertas y cañones para la visita. No entramos así que tampoco puedo opinar mucho del interior. La llegada al Museo es a través del intrincado complejo urbano de la ciudad con calles pequeñas, plazas aún más pequeñas y muchas iglesias... y todo empinado. Poco, pero empinado.
El siguiente paso es visitar el MART, Museo d'arte moderna e contemporanea di Trento e Rovereto que está... ¡¡¡al lado de donde hemos aparcado el coche!!! ¿Qué pasa ChatGPT? Qué nos quieres hacer andar, ¿verdad? Bueno, pues vuelta a la Piazza Antonio Rosmini y a cinco minutos pasando por las facultades (donde están celebrando la graduación de un colega con champán y notorio entusiasmo) se llega al MART. Que bueno, está bien, grande, y contemporáneo... por decir algo. Es un mamotreco enorme de acero y cristal primo del Guggenheim con sus mismas exposiciones abstractas que no entiende ni el que las hace. Poco que ver.
La parada que nos marca ChatGPT ahora es una visita al Ponte Forbato, sobre el Rio Leno. Venga, vuelta patrás. Está hoy ChatGPT cachondito... Vamos a ver... un puente normalito sobre un rio curiosote... poco para atraer turistas. No esperes el Amazonas, no.
Y ya hartitos de que la IA nos diga lo que tenemos que hacer y aprovechando lo pequeño de Rovereto nos ponemos a dar vueltas por el Centro a ver que encontramos: pues mira, un mercadillo navideño. Como los anteriores, pero muuucho más pequeño, casi enano. Por allí unas callecitas chulescas, un arroyo bajo una casa, el árbol de Navidad de bolas blancas y la casa del tal Antonio Rosmini. Y esto es lo que es esta cittá: pero queda algo, lo que más impacta de aquí, la Campana dei Caduti.
Y que está en casa Cristo: pero tanto en latitud como en altitud porque está sobre una colina con sus curvitas del diablo. Pero no es muy exigente la subida. Para llegar, seguir las indicaciones porque está indicado en todos lados. Pues llegamos, vamos a la puerta y 5 pavos por ver una campana. 5 pavos. Una campana. 5 pavos. Sonia dice que la ha visto desde abajo así que volvemos a bajar, nos paramos en el parking de un supermercado que hay abajo y se ve estupendamente. 5 pavos... y no me dejaron entrar a mear, por lo menos.
Mira, no es lo mejor que hemos visto en la vida Rovereto así que no tiene sentido pasar más tiempo aquí: nuestros pasos nos llevarán ahora a Vicenza, punto final de nuestro viaje.
Salimos de la campana y bajamos en dirección sur por la A22, acompañados de nuestros inestimables millones de camiones, en dirección a la E70, continuación de nuestra querida A4. Como siempre, miles de fábricas y polígonos nos saludan entre las montañas. Llegando a la E70, dirección Venecia y en una horita y media te plantas en Vicenza: primera parada, el Key Hotel Vicenza. Glamour cero, ubicación a 10 minutos andando del centro y comodidad, la suficiente. Bonito no es. Pero para dormir y descansar nos sirve. Es el típico hotel para estudiantes y para los hinchas de equipos de futbol que van al estadio que está enfrente.
Hecho el checkin, nos proveemos del típico plano de la ciudad y nos dirigimos andandito al centro, aprovechando que hoy hace solecito y apetece pasear a pesar de lo cansados que estamos. Salimos del hotel por la Viale Trissino y todo recto, recto terminas en la Piazza XX Settembre, presidida por una columna coronada por un angelito que vigila la piazza. Detrás, cruzando el río Bacchiglione está una de las puertas de entrada a la ciudad la cual, tras cruzarla, ofrece solemne el Teatro Olímpico y a su lado, majestuoso, el Comunale.
Subimos por la calle que hay entre ambos teatros buscando la Piazza della Biade y al otro extremo la Piazza dei Signori, puntos neurálgicos y de reunión de los vicentinos y los turistas. Además, se encuentran casi todos los puntos de interés de la ciudad: la Basílica Palladiana, la Torre Bissara, la Logia del Capitano y el Palazzo del Monte di Pietà con la Chiesa di San Vincenzo. En la mismísima Piazza della Biade, el típico mercadillo navideño pero sin nada que destacar... más de lo mismo, guantes, bufandas, grappa y tacitas. Este punto es donde siempre vas a volver dando vueltas por la ciudad, es inevitable: cabe destacar también las dos columnas que presiden la plaza, de un león alado (como en Venecia) y un colega medio en bolas alzando la manita.
Ya es tarde así que buscamos algún sitio para comer pero como estos italianini son europeos pa lo que quieren, aquí se come a las doce o como muy tarde a la una con lo que nos cuesta horrores encontrar un sitio para jalar: después de varias vueltas por los alrededores de la Piazza del Signori encontramos un búrguer que nos saciará por cuatro perras: el Nelly’s. La verdad es que si vienes por Vicenza y con poco dinero, como un buen mochilero, te recomiendo encarecidamente este sitio. Bueno, bonito y barato.
Ya se está poniendo el sol, o casi... y lo que apetece ahora es el típico cafelito italiano macchiato así que nos toca buscar uno: viniendo hacia aquí vi uno chulo, toca encontrarlo. A los pocos metros, el Caffe Santa Bárbara nos abre sus puertas. Lo encontré. Sitio ideal para descansar, sin lujos pero sirven un café muy sabroso y unos pasteles muy apetecibles: aunque me quedo con las ganas de tomarme un helado a pesar del frio que está empezando a caer...
Al salir, ya nos saluda la luna y nos marca el camino de regreso al hotel. Aprovechamos para comprar algo para cenar y desandar el camino andado de regreso al hotel, que está empezando a hacer muuucho frío ya.
Comentarios
Publicar un comentario