5. Miércoles 27 de Noviembre: Trento

Para hoy tocaban Vipiteno, Brunico y Bresanona pero debido a nuestros amigos organizadores de mercadillos navideños, los mochileros cambian las tornas: hoy dedicaremos el día a Trento, uno de los sitios que más interés me despertaba personalmente de nuestro viaje sobre todo por el rollete ese del Concilio de Trento. 




Pero por partes. El concilio se desarrolló aquí y duró solamente 18 añitos... Se ve que ya por entonces los curas y canónicos no se ponían de acuerdo en nada; o simplemente que aquí se vivía muy bien y pa qué irse a vivir a un monasterio en las montañas. Pues total, que terminaron y desarrollaron los nuevos puntos de la iglesia católica para con su lucha con el demonio hereje luterano y dictaron normas tan necesarias como el celibato de los monjes o que la iglesia es madre y doctrina a seguir... Para no perder privilegios y ganar unos nuevos. En fin, que aquí fue el Concilio en una ciudad de 115mil habitantes del norte de Italia, pegadita a Suiza y Austria y que si bien siempre digo que lo mejor es perderse por las calles de una ciudad y disfrutar de su encanto, esto es digno de hacerse en Trento 

Llegamos y lo primero que hicimos fue buscar el hotel Hotel Relais Vecchio Maso. Pero parece que el hotel no está en la misma ciudad de Trento si no en un pueblito monte arriba llamado Sopramonte. El pueblo no tiene nada bonito ni interesante pero los alrededores son espectaculares: estás en medio de los Dolomitas y se ven picos y montañas por todos lados. Como corresponde, la carretera es digna de un puerto de montaña pero se sube bien porque la distancia a Trento es corta. 




Tras hacer el checkin, nos metemos en la máquina de nuevo y bajamos a nuestro destino a ver si conseguimos aparcar en un parking que nos ha dicho el chico del hotel. El parking es raro; bueno, raro no. Que necesitas un pase que solo se vende a los locales así que con las mismas nos vamos y al lado, por suerte, hay otro parking que parece más normalito.  

Aparcados, salimos con dirección al impresionante duomo que domina la plaza del mismo nombre. La piazza, vigilada atentamente por Neptuno. Desde aquí, por detrás del duomo se coge la Vía Mazzinipara llegar al mercadillo navideño que ¡¡está abierto!! Buenas noticias... por lo menos, podremos ver alguno más. Grande, con productos típicos del Trentino como el magnífico licor transparente que te hace un agujero en el estómago pero que calienta como si estuvieras en la cueva de un oso o embutidos locales, con tiendas llenas de ropa para el frío, que hoy es alucinante y un par de cabañas para tomar chocolate o vino especiado. Paralelo al mercadillo, se atisba un trozo de la antigua muralla de la ciudad y por detrás de las cabañas, la universidad: que no tiene nada que ver, la verdad. 




Pues vuelta por la Via Garibaldi a la piazza y ver la Torre Cívica que resalta sobre todos los tejados de la ciudad y se divisa desde cualquier punto. Domina Trento y a Neptuno desde el siglo XI. Desde la Torre se pasa a la Piazza Pasi y a la zona más comercial con cientos de tiendas de souvenirs y sobre todo artículos para el frío como guantes, bufandas y calcetines. También las típicas tiendas de moda italianas. Estamos en el camino correcto para ir al Castello del Buonconsiglio que está al norte de la ciudad y en su puerta ¡¡un pequeño mercadillo navideño también!! El castillo tiene precio de entrada, como casi todos pero se pueden disfrutar sus alrededores desde abajo si dices que vas al baño. Así que un pis, un paseíto y unas fotos y saliendo por la otra puerta a ver si encontramos un sitio pa comer. 




ChatGPT nos recomienda La Cantinota, que con un ambiente cálido y rústico, es famosa por su hospitalidad y platos generosos: para Sonia, polenta con nosequé y para mí nosequé con polenta. El cafelito en el Bar La Vie en Rose, con un ambiente romántico de siglos pasados que te transporta a un momento de relax y tranquilidad que viene bien después de tantos kilómetros.  

Pero como no hemos venido aquí a descansar, dejamos atrás el cafelito y nos dirigimos a la Galleria Civica, atravesarla y llegar a la Piazza Santa María Maggiore. Con esto y un bizcocho, de polenta, claro está, se acaba nuestra visita por la capital del Trentino. Destacar sobre todo el colorido de las casas, con frescos por muchas de ellas y otras con muy vivos colores que animan un día oscuro como este que, aunque no hay muchas nubes... el sol no se ha dejado ver mucho. También se la ve como una ciudad muy animada por su ambiente universitario: de noche tiene que ser muy divertida. Por último, el rio Adigio nuevamente y las montañas que están por todo alrededor le dan un glamour y un encanto que recomendamos venir a comprobar en persona. 




Lo único que ya nos queda es volver al hotel y aunque no hemos podido comprar unos bañadores para entrar al spa, vamos a intentar pedir permiso o ver si nos venden alguno... Y mira que lo llevábamos pensado desde Madrid, que hoy había spa, pero se nos fue la pinza y se nos olvidó meter el bañabaña: bueno, es que tenemos ya docenas porque en todos los viajes nos los olvidamos y tenemos que comprar allí donde estamos con lo que tenemos una caja llenita de bañadores. Nada, no hay manera de entrar en el spa... Así que hacemos tiempo hasta la hora de la cena y nos bajamos al restaurante, aprovechando antes para llamar a recepción y que nos arreglen la alcachofa de la ducha que echa agua por todo el baño. Hoy para cenar, pasta. Polenta, pa otro. Y pa relajar, una copita de grappa de la zona para conciliar el sueño... Ummmm, ¡¡está de muerte!! 

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