2. Domingo 24 de Noviembre: Sirmione
Buenos días. Pues después de una noche tranquilita en el hotel de Bérgamo, nos hemos despertado con unas vistas preciosas, alucinantes, de la Cittá Alta, efectivamente y nos hemos bajado a desayunar. Desayuno normalito pero bien… El hotel estaba hasta arriba de peña pero hemos descansado perfectamente en nuestra antigualla de 4 estrellas que es lo importante y luego hemos cogido el coche para plantarnos en Sirmione.
Al salir del hotel, la dirección obligatoria es ir a la derecha y Sirmione está al otro lado con lo que he intentado hacer una manzana y hemos subido sin querer por los alrededores de la Cittá Alta. El error merece la pena porque el paseo es alucinante, bellísimo… Repito, saliendo del hotel a la derecha y primera a la izquierda.
A Sirmione se llega por la autostrada A4, dirección Venecia, con tus locos italianos que te intentan pasar por el carril de aceleración y esas cosas. Lo normal. Y que si tienes que dejar incorporarse a un coche que viene por la derecha pues los de tu izquierda no te dejan… Y si tienen ellos que pasarte a tu lado y cagarse en tus muertos porque has dejado pasar a otro pues… de locos. Así de sencillo. Sirmione es como la Manga del Mar Menor. Sí, espérate que lleguemos.
Ya hemos llegado a Sirmione que como dice Sonia es como la Manga del Mar Menor porque hay agua por todos lados y ahora nos vamos a montar en el barquito. Ahora seguimos. Pues el paseíto por el lago merece mucho la pena: han sido 10 pavos para media hora muy agradable… El barco no se mueve, está muy tranquilito. Ves desde fuera, desde el agua, los puntos más importantes de… espérate, que Sonia quiere decir algo ¿Sábes quien fue la heredera de María Callas? Eehh, no. Cristina Onassis. ¡Eso! Claro, si es que era la hija de su marido, Aristóteles Onassis. María Callas se casó con Aristóteles Onassis y hubo unas movidas enormes por la herencia. ¡Ah, vale! Bueno, después de este inciso músico cultural, pues eso, que merece muchísimo la pena el barquito, ves los puntos más interesantes, la Casa de María Callas, las Termas, la gruta de Catullo y vuelves al Castello. Está muy chulo. Incluso en el medio del lago (bueno, cerca del medio) te llevan a ver las burbujas que salen del agua porque por allí viene el agua que va a las termas que procede de un monte cercano, a 70º.
Luego hemos dejado el barquito y nos hemos puesto a andar por Sirmione, que me parece un sitio alucinante, precioso, muy bonito… Lujo a todo trapo, por supuesto, y ahora estamos en la Casa de María Callas, que es muy bonita y que cuesta 1 millón de pavos nos ha dicho el Capitano. Y otra peculiaridad de Sirmione es que hay hoteles para reventar; o sea, que hay una cantidad de hoteles por aquí que alucinas, por todos lados. ¡Ah! Y dentro de la Casa de María Callas hay una piscina termal con la forma del Lago Garda. Y también está aquí al lado la playa de Jamaica que se llama así porque tiene los colores de Jamaica: el amarillo de la playa, el azul del agua y el rojo de mis cojones.
Nos vamos a comer al Valentino, un restaurante de los cientos que hay aquí: yo me aprieto una Caprichosa y Sonia unos Tagliatelli. Todo rico, pero nada como la pizza de Matera de hace unos años. Los Tagliatelli parecen haber sentado un poco mal a Sonia y es que nos hemos hinchado un poquito. ¡Ah! ¡Y vemos la botella de grappa más grande el mundo! Bueno, de grappa o de lo que sea… mide como metro y medio más o menos.
Pero bueno, al final hemos comido y hemos salido de allí en dirección Verona por estas stradas de Dios que va todo el mundo a 200 por hora y te pasan por la derecha y por fin hemos llegado. Decir que nuestro trayecto siempre va a ser siguiendo la A4 dirección Venecia excepto cuando nos desviemos para ir a las 5 estrellas: pero aterrizas en Linate y de Bérgamo a Venecia, la A4. Y bueno, los sitios que te tengas que desviar como Bérgamo, Sirmione y Verona pues te desvías, pero esa es la carretera, dirección Venecia, la A4. Y es de pago, pero es mucho mejor que los andurriales de estos desgraciados que te pueden salir por cualquier lado.
Y ya por fin hemos llegado a Verona, la ciudad, los amantes… A Shakespeare que estuvo tanto tiempo por aquí le encantó ¡Buah! Shakespeare hablaba maravillas de Verona, que os voy a contar yo a vosotros y ya estamos aquí en el Hotel Palace Verona que debía llamarse antes Montresor o algo así porque he estado buscándolo y solo me aparecía Montresor, pero es este. Hemos aparcado el coche y ahora nos vamos a ir en 10 minutos para la ciudad Bella o como la llamen aquí a disfrutarla.
Salimos del hotel en la dirección contraria a la que nos dijo el recepcionista del hotel porque el GPS se me ha liado, pero ya está todo arreglado y volvemos en dirección opuesta a ver si vemos la parada del 95 que no aparece por ningún lado así que nos echamos mochila a la espalda y palante. Cruzamos el canal y seguimos por Corso Milano hasta la Porta San Zeno y de aquí a la Basílica del mismo nombre, cruzamos un parquecito con un Papa Noel y por la calle de enfrente salimos al Rio Adigio (Adige en italiano). Seguimos por su margen derecho hasta el Castel Vecchio, una mole enorme con un puente que cruza el río. Imponente, pero es casi de noche así que mañana veremos todo mejor. Del Castel Vecchio sale una calle, coronada por una estatua de Cavour, en dirección a la Piazza Bra, uno de los puntos neurálgicos veroneses y donde se encuentra el enorme Arena, tipo Coliseo de gladiadores y más típicos edificios de la plaza que mañana veremos de día. Le preguntamos a un tipo que debe ser guía turístico por el Christmas Market y nos dice que detrás de un majestuoso edificio amarillo veremos una gran multitud que estará esperando para entrar.
Y llegamos al Mercadillo. Una auténtica locura, es que esto está petadísimo de peña. La Navidad empieza aquí, eso está claro. Será mejor dejarlo todo para mañana e ir al Flego a tomar un Aperol, que no está muy allá pero es típico y un decaf cortillo de café. Con eso, vuelta al hotel. Cojonudo, al lado hay un LIDL pa pillar un sándwich así que la cena está rematada. sto en Italia.
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